El auge de los NFTs y las oportunidades que plantea para los arquitectos dentro y fuera del dominio digital.
Los NFTs (del inglés, Non-Fungible Tokens) se han convertido en una “sensación” en los últimos tiempos. El comercio de NFT en 2021 aumentó a más de $17 mil millones de dólares, un 21.000 % más que los $82 millones registrados en 2020. En ese marco, artistas y creadores de distintas disciplinas están apostando por esta tecnología para obtener nuevas fuentes de negocios o poner un pie en espacios digitales como el metaverso.
Pero, ¿qué es exactamente un NFT? En pocas palabras, son registros que pueden asociarse a cualquier tipo de activo digital ⏤una imagen, una canción, una pieza de software⏤ para otorgarle un certificado público de autenticidad. Esta “prueba de propiedad” hace que los activos puedan tener singularidad, ya que el registro (basado en tecnología blockchain) es único y no fungible; es decir, no caduca.
¿Por qué resultan tan atractivos, entonces?
- Porque la posibilidad de crear un activo digital certificado aumenta considerablemente su valor, al otorgarle singularidad.
- Porque pueden ser creados de manera relativamente fácil por cualquier persona.
- Y porque el propietario puede transferirlos a terceros, habilitando la posibilidad de su compraventa.
Algunas personas ven con escepticismo esta aplicación de los NFTs. Después de todo, un archivo digital es fácilmente “replicable”. Pero lo que no se termina de comprender en estos casos es que el valor lo aporta el token con el identificador único, capaz de demostrar quién es el artista, creador o profesional que ha trabajado en la obra. Así, al igual que sucede con muchos objetos físicos, los activos digitales impulsados por esta tecnología pueden aumentar de valor con el tiempo. Jack Dorsey, uno de los fundadores de Twitter, utilizó un NFT para registrar su primer Tweet y venderlo en una subasta por $2.9 millones de dólares.
Como arquitectos, esto significa que podemos crear un diseño 3D para un proyecto y asociarlo a un NFT para certificar su autenticidad. E incluso, si decidimos luego abrirlo al público para que cualquiera pueda verlo, o copiarlo para aplicarlo en otros proyectos, la certificación puede demostrar quién es el creador original. Naturalmente, esto aplica tanto para proyectos físicos como digitales.
Los NFTs brindan una plataforma para que todos los arquitectos, grandes o pequeños, puedan mostrar sus talentos y crear obras que, gracias a blockchain, permanecerán para siempre en el mundo virtual. Y si pensamos en el advenimiento del metaverso, tiene sentido que cada vez más profesionales se interesen por esta tecnología.
De hecho, la primera casa digital en NFT ya se vendió por un valor aproximado de $500.000 dólares. Fue diseñada por Krista Kim en mayo del 2020 utilizando el motor Unreal, y puede experimentarse a través de realidad virtual, realidad aumentada, o pantallas convencionales.
Pero esto es solo el comienzo. La economía virtual propia del metaverso estará atravesada por blockchain y los NFTs, facilitando que las personas puedan trabajar, comprar casas o bienes digitales de consumo sin salir de la plataforma. Para la arquitectura, esto no significa otra cosa que nuevas oportunidades de negocio.
La pregunta que nos queda es, ¿en qué medida la arquitectura como disciplina podrá reinventarse para capitalizar (e influir en) esta tendencia, y poner así un pie en las tecnologías que determinan hoy el futuro de nuestra profesión?