Cuando en la vida llegan las oportunidades, que siempre vienen, uno debe estar preparado. Y lo más difícil es saber de antemano: ¿preparado para qué? Yo he tenido siempre la fortuna de que mis motivaciones en la vida reflejan una intrínseca y profunda curiosidad, y un interés permanente por aprender nuevas cosas. He avanzado a partir de asumir retos que generalmente implican profundizar en campos de conocimiento nuevo, que se han ido convirtiendo en un complemento fabuloso de mi desarrollo profesional.
La vida es una construcción acumulativa de experiencia, conocimiento y decisión. Saberse capaz no es otra cosa que haber acumulado en la vida una trayectoria que permite proyectarse hacia adelante con fe y decisión, incluso cuando ese nuevo horizonte asusta y pone en tensión todo.
Una constante clara será siempre el cambio. De tanto en tanto sucede que hay cambios importantes que implican soltar certezas para acoger nuevas oportunidades y decir sí, si es posible. Recientemente, cambiar de país, buscar y encontrar nuevas oportunidades de trabajo, establecer nuevas relaciones personales y estar lejos de mi familia, me han brindado la oportunidad maravillosa de una nueva perspectiva.
A mi me gusta mucho trabajar, y me gusta mucho más cuando la tarea en cuestión es una en la cual se promueve el crecimiento, las nuevas experiencias y los retos. Llegando a Estados Unidos me tocó asumir la tarea de un nuevo software, de él he aprendido mucho y he ampliado mi repertorio de herramientas y posibilidades: interoperabilidad, datos, flujo de información. También he tenido que aprender en el marco de una nueva reglamentación, pero más que eso, de adaptar mis referencias y mi marco a condiciones muy diferentes de la práctica y del entorno social, urbano, ambiental.
Pero realmente lo importante para destacar de mi experiencia, es que he recibido un mensaje de paz, alegría, satisfacción y oportunidades. Creo sinceramente que lo más importante ha sido reconocer que éste es un paso más del mismo proceso de crecimiento, que las experiencias vividas tanto en lo personal como en lo profesional aportan en una visión integradora de valores que permiten que sea adaptable a diferentes entornos.
Mi conocimiento me ha permitido integrarme, pero también proyectarme, no he dejado nunca de aprender y de reconocer la valía de nuevos universos, no para abandonar los ya conocidos, sino para integrar nuevos complementos.